Enciendo un Strike y pienso en Mujeres al borde de un ataque de nervios de
Almodóvar. Recorro mentalmente la secuencia en que la mujer más loca,
farmacodependiente y despechada, enciende con un cigarrillo su propia cama.
También pienso en Salvador Elizondo, un poco. Me siento y pienso en un pequeño
bulto sobre mi seno. Pienso en mi exnovia, que jamás explicó en su último mail
qué tipo de cáncer y qué parte de su cuerpo fue afectado. Pienso en muchas
cosas que deberían arder, o bien porque no funcionaron, o bien porque
pienso en la noche que me acosté con mi
amigo Alejandro, quien me regaló hace unos minutos este cigarrillo y de aquello
hace ya un par de años.
Los
hombres que salieron a la calle, que bajaron en pantalones y sin bóxer entre la
gente embriagada de fiesta y deseosa de ver arder; hombres que salieron a
buscar un condón y yo esperé desnuda en una cama, en muchas camas que son la
misma cama, desnuda y esperé.
Pienso en mi tío, el señor G. Corleone,
que me besa en la boca cuando está borracho y a la vez siento algo realmente
corrosivo y amargo en este cigarrillo. Una cuenta absurda que no he pagado, no
he pagado
por ir a hablar de mí, de mí a los cinco
años. No quiero hablar de mí a los cinco años con un maestrante pálido de
psicoanálisis, pequeño clon del joven Woody Allen. No, no he pagado esa cuenta
absurda.
No quiero que se termine mi Strike,
porque dejaré de hablar sin haber incendiado nada, like ever. Y no bajaré a tocar de nuevo la puerta de Alejandro,
porque él me ha hablado del tiempo y de la luz, del universo, me ha dicho que
jamás podría verme como a una hermana, me juró que yo, que tal vez, que por qué
no otra vez... pero yo no, pero no habrá otra vez. He cerrado la puerta.
Le diré al joven Arturo Woody Allen que
cerré la puerta, le contaré mi sueño y él jugará a comprender, por doscientos
cincuenta pesos y porque todos queremos hacer como que entendemos de qué se
trata todo esto. Le diré cómo camino por una avenida enorme y oscura,
sé que algo va arder cuando camino por
una avenida enorme y oscura, todas las noches. Sé que algo va arder cuando no
contesto y no llamo y les digo a todos "¿yo? bien" / "¿tendrás
un cigarrillo?"
Mujeres
al borde de un ataque de nervios, pienso y me consu