Si este tabaco hubiese sido un cuerpo, dotado de igual sentido e igual fatalidad con la que se consume una existencia, abrasado en llamas de austeridad y coincidencia... Con la ceniza de su recuerdo… con el volátil humo del que alimenté el alma mía, que acaso lo abarcó como la brisa…
Si este tabaco hubiese sido un cuerpo, no el tuyo ni el mío, sino uno cualquiera, lo hubiese tomado con igual cautela y sosiego para que me enterara de qué se trata todo esto, de qué va la historia que se consume entre mis dedos y se vuela con el viento.
Si este tabaco hubiese sido un cuerpo, repito, no hubiera sido mío, hubiera sido del fuego, hubiera sido del tiempo, de una boca, de un pensamiento.