viernes, 17 de julio de 2015

Roma, città aperta de Rossellini y el Neorrealismo italiano


Stamattina mi sono alzatoo

bella, ciao! bella, ciao! bella, ciao, ciao, ciao!

Stamattina mi sono alzato,

e ho trovato l'invasor.


 

El cine atrapa 24 mariposas de tiempo por segundo

y las petrifica, las exhibe en el museo de la memoria.

Eugenio Polgovsky

 

Era el año de 1943 cuando gran parte de la comunidad italiana sufría las consecuencias políticas no sólo de la firma del armisticio con los Aliados y de la traición por parte del gobierno de Italia hacia los acuerdos con el gobierno alemán sino, en general, de todo el contexto de caos, represión y violencia que significó para Europa la Segunda Guerra Mundial. Entre tales consecuencias se encontraba la apabullante invasión de grupos nazis a Italia, que dio lugar a la conformación de la Resistenza italiana cuya duración fue de 1943 a 1945. Dichos años se consideran un periodo clave en la historia moderna de Italia, por su importancia en el fortalecimiento de un sentimiento de identidad y de orgullo italiano. Integraron a la Resistencia tanto sujetos de la milicia como miles de civiles entre quienes abundaba la diversidad de pensamiento político e ideológico; un solo objetivo era el que impulsaba a la Resistencia: un segundo Risorgimento de la patria.

            Pocos años antes de estos difíciles acontecimientos, durante el régimen de Mussolini, exactamente en 1937 fueron inaugurados en Roma los estudios Cinecittà (que hasta la actualidad operan exitosamente). Apunta Ettore Scola que

Como todos los grandes dictadores, Mussolini no tardó en comprender la importancia del cine. […] Mussolini entrevió, en una época en la que la televisión no existía, que el cine era un medio importante no sólo de propaganda, sino apropiado para la difusión de hábitos, de modos de vivir, de la arquitectura típica del régimen.

De esta manera, es entendible que la cinematografía italiana de esos años hubiese estado enmarcada por el discurso oficial del fascismo, mostrando además un anhelo por la esplendorosa Roma antigua. Por supuesto, la realidad creada en esas primeras producciones de Cinecittà se encontraba lejos de mostrar a los espectadores internacionales cuál era el verdadero ambiente en la Italia del tercer decenio del siglo XX, de ahí que a ese cine se le atribuyera el calificativo “de los teléfonos blancos”, dada su exaltación de una sofisticada irrealidad nacional. Frente a esto, un importante grupo de jóvenes cineastas, en su mayoría con un pensamiento político de izquierda y formados en el Centro Experimental, comenzaron a proponer un cine ética y estéticamente distinto al discurso oficialista.

Las manifestaciones cinematográficas de estos cineastas revelaron una ruptura con los modelos temáticos y formales del cine de Mussolini. Su movimiento manifestó una nueva relación entre el artista y la sociedad, pues mostró interés en testimoniar las condiciones de vida de Italia durante los años de guerra. Fue el crítico y guionista Umberto Bárbaro quien en 1943 empleó el término ‘Neorrealismo’ para nombrar a las películas que expresaban una italianeidad mucho más próxima a la nueva realidad del país. Son películas con muy pocos medios técnicos, si bien en parte debido a la precariedad económica que atravesaba Italia (en esos momentos Cinecittà había sido devastada) también porque se trataba de reproducir las condiciones reales de la sociedad. En estas películas existen las sombras, la oscuridad, los finales trágicos, la muerte. El estilo documental permitió dejar de lado las epopeyas y los refinados ambientes; la filmación en locaciones, no gastar tanto dinero al tiempo que mostrar con veracidad al país. Fueron películas en las que los actores no eran profesionales y en las cuales se dobló el diálogo.

Referencia importante es Ossesione de Visconti (1943) como antecedente del movimiento, aunque ha sido Roma, città aperta de Roberto Rosellini (1945) la película emblema del Neorrealismo italiano. En ésta se establece, desde el comienzo, un pacto de veracidad con el espectador, incluso antes del primer minuto; se anuncia solemnemente que  los hechos y personajes presentados en la película refieren a los nueve meses de ocupación nazi, mencionada al inicio de este ensayo. Así, la narrativa de la película da inicio con la persecución de Manfredi, poniendo en escena la inexistencia de la privacidad y la poca seguridad. La austeridad de los escenarios entra en un diálogo, tal vez simbólico, con el hambre de la gente representada y su lucha por sobrevivir pese a las miserables circunstancias. A su vez, la perspectiva apunta hacia una vindicación de la dignidad del pueblo italiano, quizás personificada en el personaje de Doña Pina, que los alemanes intentan exterminar (asesinato de Doña Pina).

Por otro lado, es de destacar que en esta película, como en muchas otras del movimiento neorrealista, partes del guion denotan una penetrante crítica; hay diálogos en los que se pide el fin de la guerra, se expresa la incertidumbre ante el futuro, se reafirma la fe religiosa y la resistencia al miedo o a la derrota, se expone humanamente la añoranza por la paz y la libertad, así como la defensa de la igualdad. Asimismo, la incorporación de movimientos de cámara manuales ayudan a confeccionar escenas y secuencias además de más verosímiles, más intensas e incluso, en algunos casos, más sobrecogedoras como la de las escaleras, en donde la angustia y la contrariedad se experimentan de manera visual.

Finalmente, cabe apreciar dos aspectos muy interesantes. El primero de ellos es la caracterización de la figura del niño donde, en mi opinión, pareciera haber ciertas resonancias de The kid, de Charles Chaplin (1921). Los niños de Roma, città aperta son los testigos y herederos de los conflictos nacionales, sin embargo aquí no se les presenta tanto como víctimas, más bien como personas vulnerables pero valientes, inteligentes, sensibles, fieles, a quienes se les pone a prueba y, pese a la desgracia, sobreviven. Resulta curioso que la primera vez que entra a escena el padre Don Pietro está entre los niños, lo cual configura al personaje, de inmediato, como alguien de confianza y con los mismos atributos antes mencionados. El segundo aspecto tiene que ver con la caracterización de los personajes “actores”, quienes  son superficiales, inconscientes, falsos y hasta traidores. Ello quizás apunte hacia una velada, pero presente crítica a los actores, quienes tuvieron casi nula participación en las películas neorrealistas, si bien por cuestiones económicas también, es evidente, por principios artísticos y morales.   

            En conclusión, el Neorrealismo italiano forma parte de una respuesta artística al contexto social vivido en Italia durante los años de la guerra (el movimiento finalizó hacia los años cincuenta), que paralelo al cine nacional fascista también buscó fortalecer la identidad italiana. De esta manera, a través de un nuevo estilo de lectura de la realidad se preservó conscientemente en la memoria este hecho histórico, poblado de rostros, de personas y de nombres concretos. Sin duda, esto significó una relación especial del cine con la sociedad de su tiempo y no por documental dejó de ser una creación, pese a todo, bella.


Aquí pueden ver o descargar la película, lamentablemente sólo la encontré completa doblada al español; verla escuchando el italiano es una grata experiencia.

viernes, 10 de julio de 2015

Príncipe, de Sam Jong

 Hoy he decidido hacer una entrada a este blog un poco diferente. Usualmente vengo a escribir acerca de mí y, bueno, quizás esa característica se mantiene esta ocasión, aunque ahora lo hago a través de una nueva expresión. Desde hace algunos meses asisto a un curso introductorio a la historia del cine, lo cual ha causado en mi vida cotidiana un  gran impacto. La verdad es que mi acercamiento al cine había sido mínimo, de verdad mínimo, pero al conocer un poquito más acerca de la complejidad de su composición, su repercusión en nuestra cultura, en nuestra manera de apreciar el mundo, el tiempo, el color, el movimiento, el lenguaje, me siento algo fascinada, como si estuviera aprendiendo un nuevo idioma y como si una realidad se comenzará a ver más nítida, más seductora. (Todo esto para justificar por qué esta ocasión vengo a hablar de una película g-nial. )

Actualmente se exhibe en la Cineteca Nacional, como parte del 35 Foro Internacional Príncipe, escrita y dirigida por Sam de Jong (quien por cierto es un bombón, miren). Es una película filmada, la mayor parte del tiempo, en espacios abiertos y lo que la vuelve interesante es que a pesar de eso no hay "extras", es decir, todos las personas que aparecen en la película son personajes dentro de la trama, y que a lo mucho serán quince. En mi opinión, esta característica ayuda a que el espectador se concentre mucho más en la historia y se entregue a la situación que se presenta. Hay momentos que son de mucha tensión y en donde las únicas opciones para actuar se ciñen a los recursos que el director ha mostrado, que a pesar de ser muy pocos son totalmente suficientes: una casa, quince personajes, uno de ellos increíblemente demente , un barrio solitario, el verano, un automóvil súper lujoso, una corona.

Otro aspecto que considero excepcional en esta película es el soundtrack y el diálogo que éste tiene, como un ritmo más que como una letra, con las emociones que se buscan proyectar. Esto me cuesta un poco de trabajo explicarlo. ¿Alguna vez han comido algo como pollo con alguna fruta o una carne con salsa dulce al tiempo que condimentada? Lo que quiero expresar es la combinación de emociones  que provoca el soundtrack, pues por una parte se percibe un sentimiento propio de la historia narrada, y por otro, con igual fuerza pero sin opacar, se percibe el feeling de la música y todo esto provoca algo parecido a la explosión de sabor de un buen platillo gourmet. A su vez, el manejo de la iluminación en algunas secuencias intensifica una percepción "irreal" de las cosas, pese a que se trata de una historia que crudamente podría ser real. De tal manera que es una explosión, o una especie de polífonia, si tal concepto pudiera aplicarse a una película, no sólo a su historia sino a todo lo que la compone, la que Príncipe nos revela.

Sé que este comentario ha estado un poco "mñe", en parte porque soy muy nueva dando mi opinión acerca de una película y quizás podría hacerlo mucho mejor si sólo hablara de la narración, pero ese no ha sido ese mi objetivo porque la historia sólo es una pequeña parte de un buen filme, como este. Respecto al guión no podría decir mucho, creo que es algo que pasa a segundo plano. Algo notable también es el cuidado del vestuario, hay momentos en que éste revela la atención de un especialista en "moda juvenil contemporánea" (hasta parece alguna escena de i-D), sin abandonar la naturalidad y frescura de los personajes. En fin, se podría decir mucho.

De verdad me gustaría que estas líneas pudieran influir en algo para motivarlos a que, si tienen la oportunidad, vayan a verla. Esta tarde hice, en total, casi cinco horas de trayecto (ida y vuelta) y es cierto que pasé mucho calor en el metro, me fumé muchos malos olores, soporté el tráfico y el hambre, pero si me dijeran que lo repitiera sólo por volver a verla estoy segura de que lo haría, porque la experiencia de ver Príncipe lo vale. Aquí pueden ver la programación.