jueves, 20 de junio de 2013

Me gusta todo esto, me gustas tú.

Me gusta la vertiginosa sensación de desconcierto cuando recién despierto y  me gusta la sensación de mareo si de un brinco me levanto
Me gustan los cantos gregorianos y me gusta pensar en el apocalipsis, la agonía y el ascetismo mientras los escucho.
Me gusta la mañana aunque los demás no lo crean porque también me gusta dormir mucho
Me gusta que mi mamá se encuentre en casa los domingos y me gusta la dulce manera en que intenta prepararme el desayuno
Me gusta el olor de las tortillerías y me gusta que mis anteojos se empañen cuando bebo mi té de limón o manzanilla.
Me gusta la idea de la abundancia y por eso me gusta la comida bufet y la comida china. También me gusta la pizza y las enchiladas verdes, rebosantes en crema ácida y queso panela.
Me gusta cerrar los ojos bajo del agua de la regadera y me gusta imaginar que soy una extranjera y que mi casa no es mi casa y que nadie más habla mi propia lengua.
Me gusta soñar que en el cuello me besan, sólo lo he soñado dos veces y ha sido la mejor experiencia. Me gusta quitarme los calcetines con los dedos de los pies, bajo las sábanas. Me gusta dormir en mi propia cama. Me gusta el olor de limpieza en mi recámara y la sensación de frescura, pero también me gusta ese sopor que se encierra, de mi cuerpo y de mis cosas, en los días más calurosos.
Me gusta platicar de las coincidencias con mi hermano, me gusta que me confíe sus penas amorosas y me gusta jugarle la broma de que en esos temas yo soy la experta. Me gusta reírme con él o de él y olvidar mis eventuales desencantos. Me gusta que brinque sobre mi cama mientras dormito y que grite “está temblando”…
 me gusta también ser sincera y no esconder la mano si lanzo una piedra. Me gusta ser cortés. Me gusta decirle bella a una mujer. Me gusta sentirme deseada bajo la mirada indiscreta de algún hombre, adolescente o maduro (de preferencia el segundo) Me gusta el respeto y la torpeza que se ponen de manifiesto durante la conquista amorosa.
Me gustan  los hombres con pestañas largas y me gustan las mujeres con son la sonrisa inmensa. Me gusta escuchar cómo argumentan los niños pequeños y también me gustan sus chistes, además son los únicos a los que les entiendo.
Me gustan los rulos perfectos del cabello de mi padre y el lunar en el hombro de mi hermano. Me gustan mis lunares y me gusta decirle a los demás “a que no adivinas cuántos tengo  en la cara” y que después me los tengan que contar porque la verdad es que ni yo sé.  Me gusta emborracharme en las bodas y me gustan los cafés donde hay mesas para solitarios. Me gusta el pay de queso pero más me gusta esa base que tienen como de galleta. Me gusta ir al cine sola y que cuando voy a comprar ropa ninguna señorita de servicio me atienda y que no insista en saber cuál talla se amoldará a mis caderas. Me gusta caminar camino a la escuela, me gusta el camino que tomo a la escuela. Me gusta mirar a las personas que van dentro de los autos y me gusta escuchar las charlas que pasan a mi lado.
Me gusta imaginar cómo lucen las personas que más admiro a la hora de la siesta  y me gusta imaginarme su pijama. Me gusta el cereal de avena, especialmente uno  que sabe frutlups pero no son frutlups.
Me gusta justificarme en la coincidencia. Me gusta beber por el placer de sentirme colorada, risueña y muy guapa, me gusta mirar a los ojos y que me vean.
Me gusta pensar que los ronquidos son suspiros salvajes y el léxico altisonante lo prefiero en la cama.
Me gusta que mi romie tenga más de 50 y me gusta hacer cosas frente a ella, cosas que no haría enfrente de mi madre. Me gusta de vez en cuando ser mala influencia pero también me gusta la obediencia y los beneficios de ésta.  Me gusta que me digan delgada y despúes me inviten a comer una hamburguesa. Me gusta la cebolla, el chile, la salsa, los nopales, la calabaza, los frijoles y el pulque. Me gusta el curado de mandarina y me gusta tener una madrina que habla náhuatl. Me gusta la sensual arrogancia de mi profesor de literatura prehispánica y me gusta escribirle poemas eróticos. Me gusta jugar a ser la amante anónima y tener mis propios secretos. Me gusta la idea del arrepentimiento sincero.
Me gusta imaginar que navego. Me gusta pensar que me espera siempre un mejor momento. Me gusta confiar y me gustan las tienditas donde todavía fían.
Me gustan los espejos porque con ellos aprendí a hacer el amor y me gustan las palabras que son como espejos. Me gusta cómo suena la palabra canario y la palabra fecundidad, también me gusta cómo suena maracuyá y jaguar. Me gusta lo que evoca la palabra revolución, me gusta el eco y gritar “eco eco eco eco eco”. Me gusta el jazz, el rap, el son, me gusta la jarana, la algarabía de parranda pero también me gusta el silencio y el tiempo de reflexión. Me gustan los barrios populosos y me gusta el coctel de camarón. Me gusta la propina incluida y me gusta que mis papás aún me mantengan, es cierto;  me gusta vivir en México pero también me gustaría vivir en otro lugar, muy lejos. Me gusta el cinco en italiano y el cuatro en inglés británico. Me gusta el acento argentino, las granadas de Coahuila y la Universidad de Guanajuato. Me gusta la diversidad de la vida, el concepto de polifonía. Me gusta la fuente que es como una ceiba del museo de antropología y me gustan los museos donde hay más libertad que policías. Me gusta la crisis de identidad que se me revela tras ver una película o leer una novela muy buena. 

Minino

Bajé cuidadoso a la alacena, noté que habías olvidado colocar mi cena. Hace un par de días que no vuelves María y me siento triste y solo. Quizá tengo yo la culpa, quizá ser un gato pardo no lo sea todo. Gato pardo, gato pardo y nada más.
Por las noches salgo al humo, hace meses que me producen nauseas las ratas del vecindario, ¿sabes? Los vecinos han intentado envenenarme 3 veces… Te extraño María…
Ayer por la tarde sonó el teléfono incansablemente, pensé que terminaría por dejarme sordo. Te has ido María, te has ido y me has dejado solo. Siempre supe que ser un gato pardo no lo sería todo, no para ti que eras una mujer de mundo. Disculpa las veces que rasguñé tus brazos finos, que mordí tus tobillos, que escondí las llaves de tu diario y que oriné el periódico. María, estoy muy hambriento y hoy por la mañana casi me arrolla un automovil… Cuándo volverás María…

I

A veces he dormido para despertar
 porque vivo como en sueño.
 A veces me he descubierto sonámbula
 en el mundo de los muertos.
A veces amanezco en el rincón
de la palabra que me engendra
 otras veces mis ojos ciegos 
y mi boca muda alimentan
el mundo que construyo.
A veces anochece y me sumerjo
 en  ecos y murmullos…