miércoles, 5 de diciembre de 2012

Propósito de desapego.

Me acordé de ti y se me cayó el pan de la boca, nada más para eso, amor mío, tu rostro dulce perturbó mi tarde. Pero eso para mí es bastante. 
   Mira, ya me llegó la hora cansada y aún con todo, con mis dolores de cabeza y mi desvelo prolongado, me debato entre la almohada y el necio vicio de hacerte surgir entre mis líneas.
   Ya, se acabó por fin el día. Ya, se me olvidó por fin el punzante dolor de media tarde. Ya, llegó Luna Catarsis y ya, todavía tú que no te decides a marcharte.
    Zumba incesantemente tu rostro y mientras,  palmo a palmo me recorre el frío;  se enreda al rosario sobre mi pecho y a mis anhelos desboca, volviéndolos insoportables como los sollozos gatunos. 
   Me propongo olvidar de una vez las imposibles tardes que nunca estuve contigo pero ¡ay! de pronto, no sabes cuánto ni cómo, anhelo los besos que jamás nos dimos.
   ...
   Maldigo la infame despedida que nunca termina de acontecer mientras te escribo.