jueves, 21 de marzo de 2013

Fiesta de disfraces.

te besé bailando entre las malas caras y los malos pasos. silenciosas entre el vodka y nuestros dieciséis años. te recuerdo y está aquí tu cabello a la cintura, tu boca roja. ardorosas. impulsivas. caricias escribieron "Karla" en tu cintura.  

martes, 19 de marzo de 2013

Salta conmigo y olvida.
Somos barcos de papel.
No.
Olvídame.
Ya, olvida. 
Sin embargo, espera.
Dime.
La suerte baila entre los conversadores.

lunes, 4 de marzo de 2013

¿Hubiera sido Cicerón nuestro amigo en Facebook?

A lo largo de la historia del hombre, el pensamiento ha estado solicitado por diversas inquietudes filosóficas y existenciales que trascienden los pensamientos ocupados por cuestiones inmediatas. Es decir, no sólo nos hemos ocupado de cuestiones sobre la alimentación sino también sobre el arte de hacer y de sentir. De esta manera, el amor, el bien, el mal, la justicia, la libertad, etc., han sido observados y experimentados de manera tan intensa por mujeres y hombres que provocan numerosas cavilaciones profundas en cuanto al tema. En este sentido, el presente ensayo pretende continuar en la misma línea de pensamiento intuitivo y curioso para formar una suerte de diálogo entre la concepción de amistad formulada por Cicerón y la recientemente surgida en las redes sociales.
     En sí, la vida social del hombre es la que ha favorecido a que estas cuestiones se esclarezcan o, en su defecto, que se vuelvan cada día más crípticas e indescifrables. Las relaciones humanas son un aliciente para el intercambio de ideas, para la difusión de posturas y para la conformación de ideologías, tanto colectivas como individuales. Resulta, pues, interesante que varios discursos latinos continúen vigentes. ¿Seguimos dando las mismas respuestas a los mismos cuestionamientos? ¿No hubo realmente un cambio de la sociedad romana a la sociedad moderna? En este sentido, la historia literaria junto con la observación detallada y curiosa de nuestro entorno nos brinda un excelente y verídico recurso para identificar las similitudes y discrepancias en las respuestas dadas a lo largo de la historia.
     En la actualidad, escuchamos a las personas expresar que tienen al menos un amigo, sería muy extraño escuchar que alguien no sabe, ni siquiera, qué es la amistad. Entonces podemos afirmar que estamos ante un hecho social. También los hombres de nuestro tiempo han reflexionado acerca de la amistad, por ejemplo Mark Zuckerberg (creador de Facebook),  Tom Anderson (creador de My Space), Jack Dorseyque (creador de Twitter). Por lo visto, se han agregado a nuestro paradigma términos y conceptos nuevos que nos remiten a la idea de “amistad”. Pero, ¿qué hubiera opinado un filósofo de la antigua Roma que se ocupó de cavilar en torno a la amistad, acerca de estas “redes sociales” y, en general, de las relaciones de amistad contemporáneas?
     De amicitia, la obra de Cicerón dedicada a la reflexión sobre la amistad, surgió dentro de un contexto social en el cual las doctrinas socráticas fomentaban la idea de las individualidades y elementos disgregantes entre las personas; no había, por tanto, un sentimiento de unidad o solidaridad sincera entre las personas. La sociedad romana se hallaba sembrada de odios, servidumbre y muerte. Entonces, bajo la doctrina estoica, Cicerón se esforzó por establecer los principios de una amistad fundamentada en la bondad, el desinterés por lo material y, por tanto, en la sabiduría.
     Así pues, creo que Cicerón nunca hubiera aceptado la idea de tener una “red social” con  mil amigos alrededor del mundo (como ahora las propagandas nos informan que es posible) sencillamente porque la observación del amigo, el conocimiento profundo de su manera de conducirse, de pensar, eran sumamente importantes para él. Bien dijo que aquello en lo que se fundamentaba la naturaleza pura de la amistad era en “la compenetración máxima del querer,  del sentir y del pensar” (Cicerón, 2002: 39). ¿No es posible acceder a esa verdadera amistad sin jamás haber visto a nuestro “amigo virtual”?  Quizá no nos cuestionaríamos lo mismo con Ovidio, otro referente importante dentro de la historia literaria romana, pues en su Ars Amatori expone que un hombre puede experimentar el loco amor con tan sólo haber visto a la mujer (en nuestro caso bien podría ser por medio de una fotografía), aún sin conocer quién sea ella, cómo piense, ni cómo se exprese, etc.
     Según Cicerón, la amistad está fundamentada en un sentir de amor, benevolencia y virtud causadas por parte del otro; estas actitudes solemos responderlas de forma natural, uniéndonos al amigo y tratándolo con fidelidad para lograr una relación sustentada en la concordia. Por otro lado, Ovidio dijo que  para hacernos amar podemos valernos de todo tipo de artificios, incluso la mentira, la promesa y los halagos excesivos. ¿Cómo funciona en la actualidad? Más allá de las redes sociales, que son un elemento trascendente en las sociedades contemporáneas, creo que en el fondo seguimos conduciéndonos bajo tales preceptos. Con un verdadero amigo esperamos poder alcanzar una relación sincera y profunda que promueva un sentir común sobre la vida, las costumbres, etc. En cambio, con alguien de quien estamos enamorados esperamos “Likes” (forma de adular en Facebook) o “retwitts” (forma de halagar en Twitter) o nimiedades que alimenten el ego y la ilusión efímera.
     El amar para Ovidio es un acto individual y de goce propio que a veces, si sale bien, podemos compartir con el amado. Pero la amistad para Cicerón es todo lo contrario ya que, siendo un sentimiento unido al alma y no al cuerpo, necesita de la compañía, de la experimentación mutua, de la constancia, la franqueza y la dulzura. Por ese mismo motivo, menciona que la más verdadera y pura amistad sólo puede darse en hombres de bien, que son los sabios. Ni por error hubiera Cicerón recomendado valerse de alcahuetas para agradarle al amigo. Y las redes sociales son las grandes alcahuetas en las relaciones contemporáneas.
     Sin embargo, los flujos informáticos también responden a una serie de requerimientos sociales, motivados en su mayoría por la dinámica de las poblaciones. En el imperio romano todos vivían en el mismo “país”, un “país” inmenso, desde luego, pero nadie tenía amigos fuera de la periferia, ni se requería viajar para trabajar o estudiar con los bárbaros. Ahora la situación se ha transformado. En el caso de los migrantes, por ejemplo, las redes sociales son un instrumento económico y seguro para continuar en contacto con su familia y amigos.  Entonces, no resulta realmente sencillo discernir acerca de cuál concepción de amistad es la más acertada o preferible. Tan verdadera fue la amistad que mantuvo Lelio con Escipión, como la que mantienen cientos de adolescentes en la escuela secundaria hoy en día (aunque, por supuesto, no sean precisamente unos sabios).
     Ahora bien, aunque parezca irreverente, me atrevo a decir que las ideas sobre la amistad formuladas por Cicerón y por Ovidio, más que contradecirse, se complementan entre sí; o al menos lo hacen en un contexto social específico: el que yo vivo. Si Cicerón dijo que la amistad es una compenetración o unidad de pensamientos, de aspiraciones y, lo más importante, que es voluntaria, y Ovidio dijo que la amistad es herramienta servil y útil, entonces las redes sociales brindan lo que ambos escritores manifestaron como elementos importantes de la amistad. Tener una red social te da la oportunidad de poder “buscar” entre múltiples opciones a las personas que comparten tus mismos gustos, preferencias o intereses. En este sentido, también Ovidio propuso algo similar cuando en su Ars Amatori dice que se vaya al Foro, pues ahí convergían una gran cantidad de mujeres de entre las cuales se podía elegir la que más gustara.
Me parece difícil que Cicerón estuviera en contra de la gran ventaja que suponen los buscadores electrónicos para contactar amistades nuevas pues, además, uno se puede ahorrar la zozobra de empezar a encariñarse con alguien del cual más tarde descubrirás que tienes nada o muy poco en común.  Sin embargo, esta aparente ventaja también podría hacernos caer en un erróneo entendimiento de la amistad. El riesgo es entender a la amistad como una “tendencia”, como algo que está de moda entre las masas y que podemos poseerlo fácil y rápidamente. En caso de que se cayera en este error, no estaría de más echar un vistazo a lo que dice Cicerón sobre la dificultad de conservar las verdaderas amistades (pues muchas veces se interpone el poder, la discordia, la envidia u otras amistades) y la facultad de establecer un vínculo con otra única persona (Cicerón afirma que la amistad es un vínculo estrecho donde difícilmente caben más de dos personas), donde no se esparza o esfume el cariño. 
     Finalmente, con todo lo anterior dicho, he llegado a la conclusión de entender a la amistad ni como un ente abstracto ni como uno claramente delimitado, sino más bien como una unidad multiforme. La amistad podremos definirla desde múltiples posturas, por ejemplo diciendo que es una construcción social, una manifestación de la naturaleza humana, una expresión del espíritu, una consecuencia del amor, una herramienta de supervivencia o un “simple” fenómeno psicológico; mas yo prefiero quedarme con la idea de que habrá tantas formas de entender la verdadera amistad como verdaderos amigos se tengan. Y si aún no hemos encontrado el significado de la verdadera amistad, podemos empezar por reflexionar qué no lo es, aunque esto suponga enfrentarse con uno mismo y con nuestros “amigos”.

Bibliografía
Marco Tulio, Cicerón, La amistad, Madrid, Trotta, 2002.
Ovidio, El arte de amar, México, UNAM, 1975.